sábado, 5 de marzo de 2011

UN BUEN NEGOCIO,O EL "ESTADO DEL MALESTAR"


Cuando hace algún tiempo (va ya para varios años) empezó la crisis que a día de hoy (y quién sabe cuándo y cómo terminará) aún vivimos, todos recordamos cómo se dijo una y mil veces que era el momento idóneo para refundar el capitalismo. Que el capitalismo había fracasado por el exceso de codicia de los más poderosos, que había que poner límites al neoliberalismo salvaje. Leíamos o escuchábamos estas cosas no de blogeros radicales ni de sindicalistas, de punkis, okupas, ni siquiera de miembros de IU o Greenpeace (que supongo que también), sino de la boca o la pluma de prestigiosos analistas y de los más engolados nombres del star sistem periodístico. Y unos cuantos gilipollas nos debimos creer que, en fin, podía ser verdad eso de que se iba a reformar el sistema, que se iban a poner reglas al mercado, introduciendo un poco de ética y de justicia en ese mundo salvaje, brutal, de tiburones sin escrúpulos.

Algún tiempo después, ahí están los resultados. Los que nos creímos esos cantos de sirena hemos hecho el más absoluto de los ridículos. No solo no se ha reformado el sistema, no solo no nos hemos llevado por delante a todos esos ladrones de frac, sino que encima les hemos inyectados miles de millones de los contribuyentes, directamente para sus bolsillos , y sin sonrojo de nadie, se ha aprobado una reforma laboral que liberaliza de facto el despido, se han recortado toda clase de prestaciones sociales, como los 2.500 euros del chequé-bebé, lo que nos devuelve al tercer mundo en lo que a ayudas a la natalidad se refiere, se ha reducido el sueldo de los funcionarios, como el de prácticamente todos los trabajadores del sector privado, excepción hecha, claro está, de los grandes directivos, y se han tomado una serie de medidas económicas que han tenido como consecuencia reducir el consumo y aumentar el número de parados. Es decir, prolongar la crisis. Está claro que para algunos no es un mal negocio, luego, ¿por qué tendría que acabar alguna vez? A todo esto, se atisban en el horizontes nuevas reformas que seguirán minando la Sanidad y la Educación Pública (Rajoy ya ha anunciado algunas), privatizaciones que terminarán con el expolio de lo público (con lo público susceptible de negocio, como es el caso del Canal de Isabel II en Madrid, o véase también AENA), y recortes todavía más duros que acaben con las ruinas que todavía quedan visibles de lo que en otro tiempo fue el Estado del Bienestar (que a estas alturas ya deberíamos rebautizar como Estado del Malestar).

Qué gilipollas fuimos. En resumen, la crisis ha sido un magnífico negocio para los poderosos, que no han hecho sino aumentar los beneficios. Solo unos años antes, la guerra de Irak demostraba cómo la mayor democracia del mundo podía ser secuestrada por una serie de empresas multinacionales. Si eso era posible, ¿qué no lo era? Algo debió intuir entonces la población mundial porque, por vez primera en la historia, el planeta entero se echó a la calle. Pero no sirvió de nada. Desde entonces, parece que paso a paso, cada día llegan un poco más lejos, y por ahora esto no parece tener límite. No hay apenas respuesta de los trabajadores. Se habla de una revolución en Islandia (la gente ha nacionalizado la Banca y ha reformado la Constitución), de que algo pasa en Wisconsin (cientos de estudiantes de secundaria han ocupado el edificio gubernamental del Capitolio), pero no se puede saber mucho de estos asuntos porque los medios no informan sobre ellos.

Lógicamente, llegarán hasta donde puedan, es decir, hasta donde les dejemos. Creo que es el momento de que, con las democracias secuestradas por las multinacionales y los banqueros, el pueblo vuelva a hacerse con el poder para reconstruir una democracia verdadera.

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